«Dos mares» de Pastor Giménez Ortega

En un horizonte, lejos,

donde el cielo se hace mar,

mi alma aprendió a volar,

sin alas, sin aparejos.

Y apenas me quedan dejos

del mar que mío fue ayer;

mas, sus verdes puedo ver

con sus azules hermosos,

y aquel sol tan luminoso

que mi alma vio nacer.

Acá, por otro horizonte,

donde el mar se vuelve cielo,

han llegado mis anhelos

para que mi alma remonte.

Y, mi sueño hace que afronte,

y en sus aguas me sumerge;

entonces todo converge

en el inmenso azulado

y todo aquello anhelado

de lo más profundo emerge.