«Casa de la ramera» de Oscar Wilde (Poema)

CASA DE LA RAMERA

OSCAR WILDE

POEMA / IRLANDA

Seguimos las huellas de unos pies que bailaban

hacia la calle alumbrada de luna

y nos detuvimos bajo la casa de la ramera.

 

Adentro, por sobre estrépito y movimiento,

oímos los músicos tocando a gran volumen

el «Treues Liebes Herz» de Strauss.

 

Como formas extrañas y grotescas,

realizando fantástico arabesco

corrían sombras detrás de las cortinas.

 

Vimos girar los fantasmales bailarines

al ritmo de violines y de cuernos

cual hojas negras llevadas por el viento.

 

Igual que marionetas tiradas de sus hilos

las siluetas de magros esqueletos

se deslizaban en la lenta cuadrilla.

 

Tomados de la mano

bailaban majestuosa zarabanda;

y el eco de las risas era agudo y crispado.

 

veces un títere de reloj apretaba

la amante inexistente contra el pecho,

y otras parecía que querían cantar.

 

A veces una horrible marioneta

se asomaba al umbral fumando un cigarrillo

Como cosa viviente.

 

Entonces, volviéndome a mi amor dije,

«Los muertos bailan con los muertos,

el polvo se arremolina con el polvo».

 

Pero ella escuchó el violín,

se apartó de mi lado y entró:

entró el Amor en casa de Lujuria.

 

Súbitamente, desentonó la melodía,

se fatigaron de danzar el vals,

las sombras dejaron de girar.

 

Y por la larga y silenciosa calle

en sandalias de plata asomó el alba

como niña asustada.

 

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