ÉL
ARQUÍMEDES FIGUEROA
POEMA/ VENEZUELA
Inhala, exhala;
su aliento vierte en la nada,
un universo infinito y eterno
maravilla en la nocturnidad campestre
al ritmo del canto que yace en ella.
Inhalo, exhalo;
el viento suave sobre el rostro
viaja con el oxígeno que todo lo nutre:
indispensable, invaluable, insustituible.
El color de todo, todo lo define;
grandiosidad ante el cristalino que lo aprecia.
Inhala, exhala;
permite el disfrute del alba
cuando regresas de la expiración,
tras cerrar las ventanas del alma
y yacer inerte en las horas de viaje nocturnal
¿A dónde te permitió ir?
Inhalo, exhalo;
observo tu grandeza en lo creado,
más no lo valoro.
¿Quizás puedo mirar, pero ciego estoy?
¿Desapercibido o le ignoro?
¿Agradezco a diario sus regalos?
Inhala, exhala;
dictamina el albedrío,
te deja por cuenta propia,
es tu dueño, ahora lo eres tú.
Desata su ira ante tu imprudencia,
pierde su fe en ti. No le defraudes.
Inhalo, exhalo;
medito, agradezco, imploro, creo.
Aviva mi fe, el amor, la confianza.
Él está, observa, abraza, libera:
límpido como el aire, entra en mi,
allí se siente, compruebo…
No te defraudo, no fallaré.
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