«La cura de las hemorroides» de Ángel Marino Ramírez (Cuento)

LA CURA DE LAS HEMORROIDES

ÁNGEL MARINO RAMÍREZ V.

CUENTO/VENEZUELA

Una semana bastó para descubrir y destruir el secreto del cementerio del Sur en Venezuela. Unos pocos se encargaron de hacer añicos el regalo de la natura. 50 incautos, la mayoría gente de escasos recursos, cayeron en la trampa. No obstante, algunas voces denunciaban el engaño, entre ellos el viejo Luisito Giraluna, lo que confirma que los viejos son la verdad hecha experiencia. Una pepa del árbol de la retama no puede curar las hemorroides con solo llevarlas en el bolsillo, decía. ¿Quién usa estas creencias para beneficio personal? ¿A la gente le aumentaba la fe por el solo hecho de que eran semillas hijas de un cementerio?

El negocio se manejaba a 150 bolívares por el juego de tres semillas. Dichas semillas, debían ser dos machos y una hembra (la semilla hembra de la retama se reconoce porque es más pequeña y más dócil). Ante la avalancha de compradores, el producto era muy apetecido por los aprovechadores. Sin duda que, en aquel abril de 1975, esto eclipsó la paz del camposanto: tumbas pisoteadas, saqueo de flores recién otorgadas, gritos y malas palabras por doquier, dinero a flor de manos. Es curioso, pero la última semilla no se pudo comercializar, le faltaban sus pares masculinos y así no funciona la mágica cura. Esto pudiera considerarse paradójico, el hecho de que la maldición del cementerio del Sur era tener un árbol cuyas semillas sanan las hemorroides.

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