DÉCIMAS EN EL SUR
Ángel Marino Ramírez V.
POEMA/VENEZUELA
EL CANTO DE MI DESTINO
Yo solo vivo mi canto
ensangrentado de calle,
no hay piedra que me avasalle
ni calumnia ni quebranto.
Bebo las uvas del llanto
cual código clandestino,
con lo que al fin elimino
la calumnia fría y ciega,
mientras la esperanza riega
el canto de mi destino.
FE
I
La fe termina en los ojos
de los desnudos recuerdos;
sean derechos, izquierdos,
negros, blancos, pelirrojos.
La fe con tristes anteojos
existir no debería,
Dios nos da su teoría
y aceptarla es la batalla
del bueno sobre el canalla
que tiene la fe vacía.
II
Barnizar la fe joroba
el sueño del amarillo,
taladremos el ladrillo
del arpón que se la roba.
Que la arteria de una alcoba,
buena, invada el subsuelo
y en una aurora de hielo
se duerma lo nauseabundo,
duele que el barniz del mundo
sea lágrima y pañuelo.
DEFINICIÓN DE VIEJO
La definición de viejo,
de joven, es subjetiva,
si cualquiera en su misiva
le da un crédito complejo.
El joven se ve el pellejo
y dice: “yo soy la flor”.
Mientras que un viejo señor
al verse la cabellera,
solo dice: “quién pudiera
darme un cheque al portador”.
LA TIERRA
La tierra mojada acepta
solo mágicos adioses
y los pródigos desgloses
que una lágrima intercepta.
Ella sabe que la inepta
fatiga de los vencidos,
puede apagar los latidos
de esa flor que la estremece;
la tierra no se merece
ni reproches ni quejidos.
COMBATE
La vagancia, el callejeo,
respiran sin la enseñanza;
el vagabundo se lanza
en su ignorante trineo
y rueda sobre el saqueo
de su mala mercancía.
Una solución sería
frente al mago caradura,
combatirlo con cultura,
estudio y ciudadanía.
¿QUÉ ME IMPORTA?
¿Triunfar? Qué importa triunfar
si existe la primavera,
esa estación mensajera
cuya luz me hace soñar.
Qué me importa lloriquear
si el fracaso es muy seguido.
Tampoco me importa el cuido
de un marchitado billete,
aunque el triunfo me sujete
entre sus nubes de olvido.
LIBERTAD
La libertad no es esclava
del pensamiento absoluto
ni del valioso minuto
que tras la vejez socava.
Ni de la pobreza brava
que quiso agitar el llanto
y si se llegara a tanto
regaría en la ciudad
orquídeas de libertad
con el agua de mi canto.
EL TRABAJO
El trabajo es la desnuda
gota de sudor del cielo,
el crepitante riachuelo
que a golpe de afán saluda.
El que trabaja se ayuda
porque aprende una destreza.
Cuando ese sudor empieza
a correr de arriba a abajo,
la música del trabajo
brota en forma de riqueza.
ME CAMBIARON EL CAMINO
Me cambiaron el camino
o la llave está perdida,
veo la sombra torcida,
veo roto el pergamino.
A ningún punto imagino
ni disfrazado de atajo.
El desaire es agasajo,
la ilusión me sabe a nieve,
y la magia hundió el relieve
que construyó mi trabajo.
PREFIERO LOS ANORMALES
Prefiero los anormales,
los que rompen la rutina,
el arte los determina
a ser más originales.
Las ovaciones reales
muestran sus ojos sinceros
y los artistas enteros
doblan la espalda en señal;
de su riqueza moral,
de sus egos prisioneros.
LA ESPERANZA
Ni que viva ni que muera,
la esperanza es más que eso;
la empalizada del hueso,
la guitarra pregonera;
el cruce de una frontera,
el regreso, la alegría;
la falla, la puntería
o el pasar del calendario.
La esperanza es como un diario
sin letras de hipocresía.
EL TRASTORNO DE UN POETA
Sin destino no hay jardines,
sin versos no existe el canto,
sin cementerios no hay llanto
ni espíritus serafines.
Sin embargo, los violines
con su sonido profeta,
me hacen mirar la maleta
golpeada de un emigrante,
y vivo por un instante
el trastorno de un poeta.
SI EL ALMA FUERA CANTANTE
Si el alma fuera cantante,
las melodías del cielo,
habitarían el vuelo
de una garganta brillante.
Esa voz tendría un instante,
puede ser por las mañanas,
para sonar sus campanas
y producir los matices,
que borren las cicatrices
de las miserias humanas.
TROVADOR EMIGRANTE
Entender al estudiante,
mi amigo del alma buena,
es entender la faena
de un trovador emigrante.
Entender que la llameante
latitud cruel de su herida,
es la luz enrojecida
que hace perenne el destierro,
cuyo incandescente fierro
sigue marcando su vida.
Que se desaten los dioses
de la dignidad humana
y que la virtud cristiana
doblegue hipócritas poses.
Que si existen los desgloses
tesoros del árbol santo,
al protegernos su manto
del río que nos arrolla
ni siquiera una cebolla
causaría nuestro llanto.
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