LAS VOCES DE ENERO
Ángel Marino Ramírez V.
POEMA/VENEZUELA
Las voces de enero tienen forma inocente
y tiemblan de frío.
Viven su macaria bisagra gregoriana
sin llorar, quizás solo preguntan.
Sus macetas verdes no conocen sombras,
no entienden de acentos idos.
La odiosa palabra pasado es un rumor cercano
que intentó comprender el alarde de la fiesta.
Es que Las voces de enero aspiran el
milagro de Penélope dando volumen a
las cigarras del pecho.
Todo lo precede la muerte más
alegre del mundo:
la de diciembre.
Por ello, las voces de enero se
refugian en la
resaca
y en el alimento.
Sí, nos sentencian a un
mejor mundo,
desechando la locura de Homero
y usando el decálogo del Dios Apolo.
La ambición se deletrea en una copa
y el escenario retrata un coloquio de deseos.
La nueva primavera dependerá del
tipo de Ulises que llevemos dentro.
Tengamos listos los doce corceles,
esos que romperán los tobillos al miedo.
Las voces de enero son las
primeras cómplices
de nuestra nueva
epopeya.
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