«Este amoroso tormento» de Sor Juana Inés de la Cruz

ESTE AMOROSO TORMENTO

Sor Juana Inés de la Cruz

POEMA/MÉXICO

Este amoroso tormento

que en mi corazón se ve,

sé que lo siento, y no sé

la causa por que lo siento.

 

Siento una grave agonía

por lograr un devaneo

que empieza como deseo

y para en melancolía.

 

Y cuando con más terneza

mi infeliz estado lloro,

sé que estoy triste e ignoro

la causa de mi tristeza.

 

Siento un anhelo tirano

por la ocasión a que aspiro

y cuando cerca la miro

yo misma aparto la mano.

 

Porque si acaso se ofrece

después de tanto desvelo,

la desazona el recelo

o el susto la desvanece.

 

Y si alguna vez sin susto

consigo tal posesión,

cualquiera leve ocasión

me malogra todo el gusto.

 

Siento mal del mismo bien

con receloso temor,

y me obliga el mismo amor

tal vez a mostrar desdén.

 

Cualquier leve ocasión labra

en mi pecho de manera

que el que imposibles venciera

se irrita de una palabra.

 

Con poca causa ofendida

suelo en mitad de mi amor

negar un leve favor

a quien le diera la vida.

 

Ya sufrida, ya irritada,

con contrarias penas lucho,

que por él sufriré mucho

y con él sufriré nada.

 

No sé en qué lógica cabe

el que tal cuestión se pruebe,

que por él lo grave es leve

y con él lo leve es grave.

 

Sin bastantes fundamentos

forman mis tristes cuidados,

de conceptos engañados,

un monte de sentimientos.

 

Y en aquel fiero conjunto

hallo, cuando se derriba,

que aquella máquina altiva

sólo estribaba en un punto.

 

Tal vez el dolor me engaña,

y presumo sin razón

que no habrá satisfacción

que pueda templar mi saña.

 

Y cuando a averiguar llego

el agravio por que riño,

es como espanto de niño

que para en burlas y juego.

 

Y aunque el desengaño toco,

con la misma pena lucho

de ver que padezco mucho

padeciendo por tan poco.

 

A vengarse se abalanza

tal vez el alma ofendida

y después arrepentida

toma de mí otra venganza.

 

Y si al desdén satisfago

es con tan ambiguo error

que yo pienso que es rigor

y se remata en halago.

 

Hasta el labio desatento

suele equívoco tal vez,

por usar de la altivez,

encontrar el rendimiento.

 

Cuando por soñada culpa

con más enojo me incito,

yo le acrimino el delito

y le busco la disculpa.

 

No huyo el mal ni busco el bien,

porque en mi confuso error

ni me asegura el amor

ni me despecha el desdén.

 

En mi ciego devaneo,

bien hallada con mi engaño,

solicito el desengaño

y no encontrarlo deseo.

 

Si alguno mis quejas oye,

más a decirlas me obliga,

porque me las contradiga,

que no porque las apoye.

 

Porque si con la pasión

algo contra mi amor digo,

es mi mayor enemigo

quien me concede razón.

 

Y si acaso en mi provecho

hallo la razón propicia,

me embaraza la injusticia

y ando cediendo el derecho.

 

Nunca hallo gusto cumplido,

porque entre alivio y dolor

hallo culpa en el amor

y disculpa en el olvido.

 

Esto de mi pena dura

es algo del dolor fiero

y mucho más no refiero

porque pasa de locura.

 

Si acaso me contradigo

en este confuso error,

aquel que tuviese amor

entenderá lo que digo.

 

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