DESOLACIÓN
Julio Flórez Roa
POEMA/COLOMBIA
¡Cuántas vivas antorchas apagadas
en cuatro lustros de dolor apenas!
¡Cuántas flores fragantes deshojadas,
del cauce de mi vida en las arenas!
Casi todos: mis padres, mis hermanos
y mis amigos, duermen so la tierra;
ya no siento el contacto de sus manos!
La sima de la tumba… los encierra!
De sus queridas y vibrantes bocas,
no escucho ya los íntimos consejos;
impasibles están… como las rocas!
Mudos están… como los troncos viejos!
Ya no me miran sus brillantes ojos,
ni conocen mis últimos quebrantos;
amontonados yacen sus despojos,
en pobres y distintos camposantos!
Hoy no veo sus plácidas sonrisas,
ni sus semblantes cariñosos veo;
hoy tan solo, en sus túmulos, las brisas
les repiten mi adiós… con su aleteo.
Hoy, de la tarde a las postreras luces,
cantan, a solas, funerarios dúos,
posados en los brazos de las cruces
que los resguardan… los huraños búhos!
Pero, qué importa, si a pesar de todo,
esos muertos helados, y cautivos
del terrenal y deleznable lodo,
por siempre están en mi memoria vivos?
Vivos están!… Pues cuando al fin me siento
desfallecer en las contiendas rudas,
—aquí estamos nosotros! …Toma aliento! —
oigo que claman… con sus voces mudas!
Y yo prosigo mi azarosa marcha;
la tempestad eriza mis cabellos;
no me importan ni el cierzo ni la escarcha:
mi triunfo sí! … porque mi triunfo es d‘ellos!
Y cuando baje hasta la cripta hueca,
hasta esa cripta a donde todos vamos,
Ellos, al verme, exclamarán: —eureka!…
Ninguno queda allá…todos estamos!
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