CIELO
Marino Alejandro Ramírez Sandoval
POEMA/VENEZUELA
Primer lugar de poesía joven en el XLI Premio Internacional de Poesía
Félix Francisco Casanova año 2017. Cabildo Insular de la Palma, España.

¿En lo que termina la mar
comienza el cielo?
Si es así, viajo en el beso de los azules
y quizás soy más del cielo que de la mar,
aunque a veces los confunda.
La brisa baja del cielo e impulsa mi vela
que se convierte en el motor de mis sueños
deslizándome hacia el futuro.
La mar me da la oportunidad del anzuelo
que busca al pez para comer
y el sol me presta la luz que alumbra mi camino por unas horas.
El firmamento aconseja mi rumbo,
la lluvia hace potable al agua,
y el aire me regala el valioso oxígeno
que añoraba el ahogado.
Al ver hacia el agua, me pregunto,
¿Cuál habrá sido el color de la mar en sus inicios?
Hoy sabemos que le pidió prestado el azul al cielo
y se enamoró.
Ahora se refleja en él
y nunca se separan,
a pesar de que nunca se
tocan.
El romance imposible de la ola con la nube,
el amor que la distancia quiso separar
y no pudo,
pues viajan juntos,
y en su distancia se unen.
El marino es el padrino de este romance,
el testigo del cielo y el compañero de la mar.
Si miro hacia arriba
veo que mi techo no tiene fin,
y que estoy en el limbo de una relación milenaria.
El cielo vigilante
observa la rutina del pez,
los saltos del delfín,
y la travesía del forastero.
En la noche nos revela sus estrellas
escondidas detrás de la luz,
en el día nos despierta
con el vigor necesario para avanzar.
El cielo es el dueño del tiempo,
juega con el día, la tarde y la noche,
las horas dependen de él
pues la luz le pertenece
aunque el sol nunca alcance a la sombra.
Y como el cielo decide el tiempo,
y el tiempo decide el clima,
es por eso que las tormentas nos llegan
desde las nubes.
Derechos de autor protegido en publicación con número
I.S.B.N.: 978-84-87664-91-5
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Depósito Legal: TF-1079-2018
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