«Canción para la luna» de Federico García Lorca (Poema)

CANCIÓN PARA LA LUNA

Federico García Lorca

POEMA/ESPAÑA

Blanca tortuga,

luna dormida,

¡qué lentamente

caminas!

Cerrando un párpado

de sombras, miras

cual arqueológica

pupila.

Que quizá sea…

(Satán es tuerto)

una reliquia.

Viva lección

para anarquistas.

Jehová acostumbra

sembrar su finca

con ojos muertos

y cabecitas

de sus contrarias

milicias.

 

Gobierna rígido

la faz divina

con su turbante

de niebla fría,

poniendo dulces

astros sin vida

al rubio cuervo

del día.

Por eso, luna,

¡luna dormida!,

vas protestando

seca de brisas,

del gran abuso

la tiranía

de ese Jehová

que os encamina

por una senda,

¡siempre la misma!,

mientras él goza

en compañía

de Doña Muerte,

que es su querida…

 

Blanca tortuga,

luna dormida,

casta Verónica

del sol que limpias

en el ocaso

su faz rojiza.

Ten esperanza,

muerta pulida,

que el Gran Lenín

de tu campiña

será la Osa

Mayor, la arisca

fiera del cielo

que irá tranquila

a dar su abrazo

de despedida

al viejo enorme

de los seis días.

 

Y entonces, luna

blanca, vendría

el puro reino

de la ceniza.

 

(Ya habréis notado

que soy nihilista.)

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