AURRETRATO
Rafael Arévalo Martínez
Poema / Guatemala
Crítica literaria de Aurretrato
Este poema presenta una imagen simbólica y evocadora que sugiere una profunda reflexión sobre la condición humana. La metáfora del árbol deshojado y seco, pero aún enhiesto, se interpreta como la representación de la vida humana que, a pesar de las adversidades y pérdidas, continúa erguida. La culebra en línea vertical y el poste de telégrafo añaden elementos de rigidez y linealidad, quizás simbolizando la estructura y la inevitabilidad de ciertos aspectos de la existencia.
La identidad del hablante se describe como la de un «hombre de chicle», sugiriendo una fragilidad y maleabilidad ante las fuerzas divinas, representadas por los dioses del Popol-Vuh. La imagen de ser jalado de los pies y la cabeza al mismo tiempo crea una sensación de desarraigo y desplazamiento. Además, la referencia al Popol-Vuh, un texto mitológico maya, agrega una capa de complejidad cultural a la obra.
La última estrofa revela la soledad y abandono del hablante, dejado «irreal y abandonado» a la vera del camino. Este final puede interpretarse como una reflexión sobre la vulnerabilidad y la efímera naturaleza de la vida humana, así como la sensación de ser desatendido por las fuerzas superiores.
En resumen, el poema utiliza imágenes poéticas y simbolismo para explorar temas de fragilidad, destino, desplazamiento y la inevitable confrontación con la soledad. La referencia a la mitología maya añade una dimensión cultural y mitológica, enriqueciendo aún más la complejidad y profundidad del poema.
AURRETRATO
Un árbol luengo, deshojado y seco,
pero que enhiesto, sigue todavía;
una culebra en línea vertical;
un poste de telégrafo en la vía,
eso soy por mi bien o por mi mal.
Soy un hombre de chicle que los dioses
del Popol-Vuh jalaron de los pies
y la cabeza a un tiempo: y que, después
(entre risas y toses,
al mirarlo tan largo y tan delgado)
sin reparar su mísero destino,
dejaron a la vera del camino,
irreal y abandonado.
Deja un comentario