«El salvaje» de Manuel Antonio Alonso Pacheco

EL SALVAJE

Manuel Alonso Pacheco

POEMA / PUERTO RICO

Debajo de una palmera,

en una tarde serena,

se mira sobre la arena

un salvaje reposar.

Junto a sí tiene las flechas

que mil blancos han herido,

y, como él mismo, han sufrido

de cruda guerra el azar.

 

Su rojo cuerpo desnudo

muestra toda su pujanza,

y en su pecho alguna lanza

atrevida penetro.

Fija la vista en los montes

canta de pesar exento,

sin recordar ni un momento

las riquezas que perdió.

 

Que venga aquí el europeo

codicioso,

y si acercarse le veo

morirá al punto a mis manos.

Que para sufrir tiranos

en su patria no nací.

 

Y la muerte

que le diera

prefiriera

con placer,

a la vida

regalada

y pasada

como él.

 

Que es mi dicha vivir libre

sin cadenas que me opriman,

con su peso solo giman

los esclavos y no yo.

 

Cuando de noche o de día

yo despierto,

y siento en la selva umbría

de los tigres el aullido,

o de la sierpe el silbido,

mi gozo no tiene igual.

 

En los valles

y florestas

son mis fiestas

pelear,

con las fieras

más temidas

y sus vidas

acabar.

 

Que es mi dicha vivir libre

sin cadenas que me opriman,

con su peso solo giman

los esclavos y no yo.

Me han quitado la llanura.

no me importa.

Para probar mi bravura

los montes bastan y sobran

si los indios no recobran

lo que el blanco les robó.

 

Yo no siento

desconsuelo.

En el suelo

duermo bien.

Y si velo,

mi querida

es mi vida,

mi sostén.

 

Que es mi dicha vivir libre

sin cadenas que me opriman,

con su peso solo giman

los esclavos y no yo.

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