El Labio Itinerante, un canto desde la sangre hacia lo divino

Este no es mi primer encuentro con el Labio Itinerante, un canto desde la sangre hacia lo divino, de Marco Antonio Delgado. No. La vida me dio la honra y la dicha de prologarlo junto al poeta margariteño Carlos Cedeño Gil; en tiempos distintos, sí, en caminos diferentes, pero asumiéndolo con el compromiso que tienen las almas signadas a las que les ha tocado recorrer el camino hondo de la tinta y el papel.

Cuando hablamos de poesía que toca la fibra, que comunica al alma, que confronta, no hay segundo encuentro malo, ni tercero, ni cuarto, no. Sus letras, de hecho, se hacen ley en la cabecera de textos que deben copar las habitaciones de quienes han comprendido el tesoro que son los buenos libros, la mejor parte visible del hombre, la extensión más luminosa de su alma.

Así, pues, con el Labio Itinerante, entre días, a veces semanas, se pasean los ojos y el espíritu se recorre a sí mismo a ver qué hay que reparar, o, simplemente, descansar en el todo que es la letra real.

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Marco Antonio, el polímata

Lo común cuando hallamos perfiles davincinianos, por llamar de alguna manera a los hombres que pueden desarrollar varios oficios, es decir que son “polifacéticos”. No obstante, a Marco le llamo “polímata”, una cualidad que enmarca no solo su capacidad de abarcar varias labores sin dejar de lado la excelencia, sino que también ejerce en ellas un pensamiento profundo, el tan necesario análisis, la imprescindible reflexión del “qué dejará para los otros esto que estoy haciendo”.

Nos encontramos, pues, ante un personaje que no deja de lado su rol de hombre falible, no se vende como imprescindible, sino que proyecta el desapego. No obstante, como una contradicción de esas tantas que nos inundan en esta humanidad, su obra nos grita: “Más seres así, mayor entrega, mayor común-unión”.

Y sí, hablamos de Marco Antonio el locutor, una de sus facetas más conocidas, pero tenemos al periodista que es poeta, al publicista, al productor de radio, al compositor, al cantante, al profesor universitario, al musicólogo y tanto otro oficio que pueda su alma asimilar en este paso por esta existencia. Ya son cincuenta y tantos los años que conocemos de él, no sé cuántos los que realmente le suma el alma, pero lo apreciado en su obra deja entrever muchos retornos.

DELGADO, MARCO ANTONIO

Visión de Carlos Cedeño Gil

En su prólogo en Labio Itinerante, el poeta Carlos Cedeño Gil dice:

“Delgado asume la poesía como un instrumento extraño a lo humano, pero ungido y pleno en la propia piel del alma y de sus creadores. La fuerza de la palabra, sus códigos y su capacidad de unir lo intangible con la cotidianidad de lo creado, nos lleva a reconciliarnos con lo espiritual y lo divino, una dimensión que el verá nacer de entre sus manos como el vuelo prístino y primero de un pájaro”.

El Labio Itinerante, un canto desde la sangre hacia lo divino

En este segundo encuentro escrito con el Labio Itinerante —y le catalogo de escrito, porque ya han sido más de treinta las veces que le he leído— repaso el aspecto religioso del texto. Y es notable, sí, el canto intrínseco del poeta hacia el “Viajero infinito”, como lo llama en el poema “Oración”. Dios está presente en la poesía de Marco como aquello que hace soportables las iniquidades, mas no las secunda; como ese Ser de luz que a su tiempo repartirá justicia y dará tranquilidad al hombre que le espera.

Le puedo ver en “La llamada de los Caracoles”, en “Bailaora”, y también “En FA Mayor”, en todo aquello que ata su sangre a esta tierra, las querencias profundas, lo único que realmente evita querer irse de lleno a lo que llaman descanso. Ahora bien, no solo allí está Dios, sino también en el reclamo de “Billete de Dos”, en la visión crítica de “Talud”, y en el necesario enfrentamiento contra el “yo” que manifiesta en “Alter Ego”.

Y no, no se puede ser el mismo luego de leer una obra así, porque cuando Dios toca a los hombres para dejar un legado imperecedero, quien se topa con esa creación y la hace suya, cambia irremediablemente. Así es Labio Itinerante, y por eso invito a sumarlo a sus preciados libros, como un mantra necesario en el día a día.

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