LA EVOCACIÓN DE LA CIUDAD MUERTA
Abraham Valdelomar Pinto
Poema / Perú
Por la ciudad en ruinas todo invita al olvido…
los viejos portalones y la plaza desierta,
el templo abandonado… La ciudad se ha dormido…
¡No hagáis ruido!… parece como que se despierta.
Una sombra se esfuma bajo los portalones
y se pierde en el templo donde ha muerto el sonido
de los lánguidos kiries y de las oraciones,
y en medio del silencio de sus meditaciones,
la ciudad se ha dormido…
Las escalas de mármol que ascendieran antaño
los nobles con escudos de lyses y de estrellas,
ocultas desde entonces tienen cada peldaño
y ahora, ¡pobres escalas!, nadie sube por ellas.
Las sombras de las damas de las venas azules
y manos transparentes, cuando agoniza el día,
lloran entre la sala donde rieron sus tules
la tristeza infinita de la sala vacía.
Y quedan los recuerdos que son como trofeos
sedosos miriñaques y mitones bordados
calados abanicos y griegos camafeos
que plegaban las telas en los hombros rosados.
Y los trajes sedosos brillantes, como soles,
que las damas lucieran en noches virreinales
enhebrados en perlas, con luces tornasoles,
largos como las colas de los pavos reales.
Pasa sin hacer polvo llevando a un caballero
bajo el arco que forman los frisos de la puerta
la calesa que guía el viejo calesero
en la empolvada ruta de la calle desierta.
Todo marcha en silencio con la luna de estío
hacia el viejo palacio de los inquisidores.
La luna castamente se copia sobre el río
y se disipan estos cuadros evocadores…
Por la ciudad en ruinas todo invita al olvido…
los viejos portalones y la plaza desierta,
el templo abandonado… La ciudad se ha dormido…
¡No hagáis ruido!… parece como que se despierta…
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