«El reo a muerte» de Manuel Acuña (Poema)

EL REO A MUERTE

Manuel Acuña

Poema / México

Esa noche, ardiendo el pueblo

de animación y entusiasmo

bajo el influjo sublime

de tu genio soberano,

todo era bravos y dianas,

todo era vivas y aplausos,

todo cariño en los ojos

todo cariño en los labios,

y todo flores, laureles,

admiración y … entretanto,

allá muy lejos, muy lejos,

sonando lento y pausado,

se alzaba entre las tinieblas

y entre el silencio un cadalso,

sin otro eco que el latido

del pecho del condenado

que en diálogo con la muerte

velaba en un subterráneo.

aquel cadalso se alzaba

cada vez más y más alto, 

como un espectro, sombrío

como un vampiro, callado,

como una tumba implacable,

y como un monstruo, inhumano;

se alzaba y, sin que ninguno

oyera aquel ruido amargo,

por los sollozos de un hombre

solamente acompañado,

la humanidad impasible

bajo su mudo letargo,

miraba crecer y alzarse

las formas de aquel cadalso,

cuando tú, tú que escuchaste

sus ecos tristes y vagos

te levantaste por ella

con la voz del entusiasmo,

y en presencia de aquel pueblo

y enfrente de aquel tablado

ceñida con tus laureles

la hiciste hablar por tus labios,

salvando al sol de aquel día

del rubor de aquel cadalso.

 

Aquel que es su desamparo,

y aún más que unos pocos días

y aún más que unos pocos años

pudo gozar la dulzura

de ver a su hijo en los brazos,

libre del infame nombre

de hijo del ajusticiado;

pero yo que desde niño

aprendí lleno de espanto

a aborrecer los verdugos

y a maldecir los cadalsos

dejo a la gloria que entonces

para ensalzarte su canto,

y del condenado a muerte

bajo los recuerdos gratos,

en nombre suyo, las gracias

de la humanidad te mando.

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