DE IDA
Arquímedes Daniel Figueroa
POEMA/VENEZUELA
De ida, huye el ave del falso invierno;
aquél, no de la Madre Tierra,
aquél, creado por otro
y que socava el imperio de su hogar.
De ida, va el ciervo a cualquier latitud:
desde el sur al norte,
desde el sur al este,
desde el sur al oeste
o desde el sur hacia el sur;
intenta rehacer su hogar, pues,
ya no hay bosque,
no hay hogar
y galopa con sueños de libertad
hacia otro lar.
De ida, nada el cardumen
del Caribe al Pacífico,
o quizás, al Atlántico,
cruzando helados mares,
obligado a abandonar
la calidez de su mar:
todo por amor,
todo por bienestar,
pues la marea roja,
tiñó de rojo su mar.
De ida, se esparce el espíritu,
como hoja que eleva el viento,
como el vilano que empuja la brisa,
tomando rumbos inciertos,
pero con fuerza en la esperanza.
De ida, la desdicha arrulla al llanto
y sucumbe al sentimiento
que ata al sentimiento,
aún así,
el viajero se atraganta el camino
sin digerirlo,
para no sentir su sabor.
De ida, le obligan a ser:
un ave sin plumaje,
un ciervo sin vigor,
un pez sin branquias
para impedir su avance,
truncar su futuro,
rasgar su libertad,
y asfixiar sus sueños,
más sin embargo,
su espíritu y su alma
concentran:
el vigor del Kerepakupai Merú,
la fuerza del Caroní
y el ímpetu del Orinucu,
mientras va de ida,
esperando ir de vuelta.
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