«Vine» de Concha Méndez (Poema)

VINE

Concha Méndez

Poema / España

Crítica literaria de "Vine"

El poema «Vine» de Concha Méndez es un lamento íntimo y reflexivo que explora el desencanto y la desilusión en relación con las expectativas y deseos en la vida. La autora, a través de su voz lírica, expresa su intención inicial de querer y relacionarse con las personas, pero lamenta que esta intención haya sido desgastada y debilitada por la experiencia de la vida.

La metáfora de «vine» sugiere un acto de acercarse o llegar a las personas con una actitud abierta y generosa. Sin embargo, la poetisa se siente desilusionada al encontrar que la vida ha dejado rastros de desencanto y decepción. Las «turbias lagunas» y las «estelas de fango» que deja la vida al pasar sugieren que las experiencias humanas no siempre cumplen con las expectativas y pueden ser opacas y problemáticas.

Concha Méndez reflexiona sobre su propia victoria en un mundo personal, donde logró superar deseos y tentaciones. A pesar de la capacidad para vencerse a sí misma, no se engaña creando una imagen ilusoria. La poetisa se forja  a partir de lo que ve y experimenta, en lugar de permitirse una autoilusión.

El poema también aborda la idea de la percepción interior y la sensibilidad del alma para captar las quejas y lamentaciones en el entorno. La queja se convierte en una carga emocional que dobla el espíritu. Esta idea sugiere una profunda introspección y una capacidad para sentir el sufrimiento en el mundo que rodea a la autora.

En resumen, «Vine» es un poema que explora temas de desilusión, autenticidad y sensibilidad. Concha Méndez utiliza una voz poética introspectiva para expresar sus reflexiones sobre la vida y las personas, revelando una lucha constante entre las expectativas y la realidad.

VINE

Vine con el deseo de querer a las gentes

y me han ido secando mi raíz generosa.

Entre turbias lagunas bogar veo a la Vida.

Deja estelas de fango, al pasar, cada cosa…

 

Y hablo así, yo que he sido vencedora en mi mundo,

porque pude vencerme y vencer a deseo.

Pero no me he querido engañar inventándome

una imagen equívoca. Me forjé en cuanto veo…

 

No despierto a una hora que no traiga consigo,

en un sordo silencio, una queja enganchada.

Tiene el alma un oído que la escucha y la siente

y recibe esta queja con la pena doblada…

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