«Nubes y viento» de Adela Zamudio (Poema)

NUBES Y VIENTO

ADELA ZAMUDIO

POEMA/BOLIVIA

Del sol del verano los rayos de fuego

calcinan la tierra,

Las horas transcurren y en lenta agonía

se abraza y consume la mustia pradera.

 

En la árida playa del próximo río

tan sólo hay enjutas y ardientes arenas;

vapores que se alzan de un fétido estanque,

brillando a lo lejos titilan y tiemblan.

 

En todo el espacio que abarca la vista

ni un alma se mueve, ni un eco resuena.

Qué paz y que tedio! solemne el paisaje

de un gran cementerio la calma remeda.

 

De pronto en la línea del ancho horizonte

blanquísima nube surgiendo ligera

se agranda, se extiende, y en pocos instantes

entolda la esfera.

 

La atmósfera ardiente palpita de gozo

y el leve murmullo de brisa indiscreta

en prados y bosques esparce el anuncio

de próxima fiesta.

 

La anuncian distantes Los ecos confusos

del viento que vuela;

sutil, diligente, retoza en el prado,

se lanza a la aldea,

 

Recorre Las calles, tropieza en Los muros,

sacude Las puertas,

y en calles y prados exclama triunfante:

Ya vienen! Ya llegan!

 

Y plantas y flores sacuden el polvo

y al goce se aprestan,

y en tanto, en la nube que entolda el espacio

retumba la orquesta.

 

Turbión de agua y viento que anubla el paisaje

con loco algazara chillando se acerca

y al soplo pujante se agita confusa

la vasta pradera.

 

Turbión de agua y viento que arrastra en sus giros

ramajes y flores, guijarros y arenas,

y en pocos instantes, sembrando el desorden,

transforma la escena.

 

Flexible y gozosa se entrega a su impulso

la inquieta arboleda,

y molles y sauces ensayan la danza

tendida a Los aires la gran cabellera.

 

Los troncos añosos, el bárbaro empuje

resisten apenas

con secos gruñidos, de bosques y prados

la suerte lamentan:

 

Pared piedrecillas de la árida playa,

sabéis, revoltosas, a dónde se os lleva?

queréis ver mañana cubierta de escombros

la hermosa pradera?

 

Las flores que al borde del fétido estanque

lucieron sencillas su blanca inocencia

qué harán si ese fango se agita y rebosa

de miasmas malsanos llenando la senda?

 

Al ave que el nido colgó de la rama

que suerte le espera?

Qué hacéis, insensatos, trastorno y desorden

sembrando doquiera?

 

Y el viento, aturdido, con risa estridente

responde a sus quejas;

y en tanto en la nube que entolda el espacio

retumba la orquesta.

 

La danza prosigue. Mil gritos de orgía

se apagan por grados… La noche comienza…

Y el campo, cubierto de fango y destrozos,

se envuelve en tinieblas.

 

Qué fue de las aves, qué fue de las flores,

qué fue de la hermosa, fecunda pradera?…

Tras noche de horrores se ve como siempre

surgir la mañana brillante y serena.

 

Vistiendo ropajes de frescos matices

las ramas se cubren de brotes y yemas,

el campo renace luciendo sus galas,

sus galas eternas!

 

Tal es oh misterio! la ley de la vida

que todo renueva,

que el viento y la nube son fuerzas que a un tiempo

destruyen y crean.

 

Mas ay! que esa aurora transcurre cual otras,

la pálida tarde de nuevo se acerca

y exhala en el fango confusos gemidos

el alma doliente de flores ya muertas.

 

Vosotras que, erguidas, alzáis a los cielos

la frente serena

sabéis por ventura lo que es la existencia?

 

Ah! triste el destino que cupo a las flores

Felices las piedras,

felices las rocas que ignoran la vida

que sienten apenas.

 

También cual vosotras ufanas un día

pasamos las horas forjando quimeras;

mas ahora… Qué somos? despojos humildes

que abonan el surco que el germen sustenta.

 

Brotar de la nada, sentirse inmortales,

soñar unas horas… Volver a la tierra…

Oh ley misteriosa! continua mudanza,

cuál es tu grandeza?

 

Si el íntimo anhelo, perfume del alma

que sube a la esfera,

no alcanza otra vida; si sólo es engaño,

si sólo es quimera,

maldita mil veces! oh madre! oh Natura!

maldita mil veces tu vana tarea!

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