«¿La vida en el aula o el aula de la vida?» De Ángel Marino Ramírez (Ensayo breve)

¿LA VIDA EN EL AULA O EL AULA DE LA VIDA?

ÁNGEL RAMÍREZ

Ensayista /Venezuela

Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar de una lectura sobre didáctica globalizadora y me llamó la atención el segmento donde se hablaba de la vida en el aula. De inmediato, sentí mi responsabilidad como profesor y asentí, pensando en voz alta: ¡es cierto! El aula es un lugar que es vida, enseña la vida y en donde se recuerda la vida; es el borde del sudario docente y el patíbulo de la ignorancia; es el sitio indicado en que estudiantes y docentes cumplen con el proceso de enseñanza-aprendizaje.  Igualmente, es un lugar que brinda una estructura física dotada de herramientas necesarias. También se pueden encontrar en él, multiplicidad de interrogantes, caracteres, experiencias, fortalezas, debilidades, trabajo en equipo, estudio y conocimiento. Ahora, dada esta multiplicidad de factores me atrevo a plantear las siguientes preguntas: ¿cuál es la misión del líder en la vida del aula? ¿Cómo debe un docente manejar su relación con el contexto y los alumnos?

Para iniciar la respuesta a dichas interrogantes, me atrevería a poner sobre la mesa dos nuevas preguntas: ¿por qué traigo a colación la misión del líder y su relación con el contexto y los alumnos? ¿Será porque posee reconocimientos, cursos, talleres, títulos? La respuesta es no, creo que el docente tiene un currículo educativo establecido, que le proporciona unos objetivos, un método, un plan de estudios y una serie de contenidos. Asimismo, conoce la misión y filosofía de la institución en donde trabaja, es decir, los hechos y la realidad educativa que lo circunda. García Insa (1991) dice que el maestro es: “Aquel que posee la base del conocimiento del método y lo aplica en su labor didáctica”. Esto es cierto, no se puede concebir un docente que no esté en constante actitud hacia el mejoramiento profesional, que no planifique, que no conozca los procesos, que no sea capaz de evaluar lo que sucede diariamente en su espacio y que pueda traducir que el aula es un lugar donde se aprende la vida.

Por otro lado, sería arriesgado asegurar que todos los docentes poseen las cualidades necesarias para planificar o llevar una buena práctica pedagógica. No obstante, todos deben procurar obtenerlas de alguna manera, cultivarlas, perfeccionarlas, mejorarlas, profundizarlas y llevarlas a su propia praxis. El docente debe tener claro que su liderazgo conlleva una acción diaria, continua y mucho más allá, de construcción colectiva que garantice la proyección social del objetivo común, dejando de ver al alumno como un producto y buscar despertar en ellos capacidades que les permitan resolver por sí mismos las vicisitudes de la vida “de afuera”.

En síntesis, el presente ensayo inspirado en una lectura sobre distintos enfoques didácticos, realmente quiso poner de relieve la importancia de aspectos fundamentales en un docente y cómo estos aspectos se entrelazan para producir cambios conceptuales, aceptar la interdisciplinariedad y fomentar la creatividad, contribuyendo así al mejoramiento de la calidad de la enseñanza.

Por todo lo dicho, un docente nunca debe olvidar que sus acciones y las acciones de todo el contexto, que actúa alrededor de una clase, son elementos que deben convertir la vida del aula en un espacio para que los alumnos la recuerden como el aula de la vida.

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