EN MIS MANOS
ARQUÍMEDES FIGUEROA
POEMA / VENEZUELA
No hay cómo definirle,
quizás sí, delinearle:
pulgar e índice,
forman su barbilla,
o quizás son su soporte.
La silueta de su pequeña nariz,
la moldean índice, medio y anular,
dándole sutil y suave tratamiento:
lo recibe con agrado;
tal vez, provoque cosquillas.
Sus cejas,
son dibujadas por la travesura de ambos pulgares;
trazan su contorno, una y otra vez,
rinden honor al péndulo de un viejo reloj de cuerda,
a paso lento, por el desgaste del tiempo.
Pómulos y mejillas,
disfrutan el placer de ser armonizados,
tras el ballet que se realiza desde el índice,
hasta el pequeño meñique: ocho bailarines a la vez.
El recorrido del anular y el meñique,
por su cóncava y diminuta frente,
marcan líneas inexistentes:
es tan lisa y suave, como piel reciente salida del vientre.
Caen los párpados, como pesadas cortinas de teatro
al descender pulgares desde las cejas
y sentir la esférica forma que les deleitan con tiernos bailes:
dos bailarinas del ballet, que caen en el sueño de una bella durmiente.
Así, la puedo adorar, así la puedo admirar.
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