Actitudes líricas: todo lo que debes saber

Al hablar de actitudes líricas se hace alusión a las formas en las que el hablante lírico aborda el hecho poético. Es decir, se refiere a las perspectivas que puede asumir el poeta al momento de crear sus poemas.

Básicamente tenemos tres tipos de actitudes líricas: las carmínica (introspectiva, protagónica), la enunciativa (narrativa, externa) y la apostrófica (protagónica y apelativa). A continuación se describirán más extensivamente las características de cada una de ellas y se brindarán sus respectivos ejemplos.

Actitudes líricas: tipos y características (con ejemplos)

Actitud lírica apostrófica

Al hablar de la actitud lírica apostrófica nos referimos a un hablante lírico protagonista inmerso dentro del hecho poético. Y sí, el poeta está dentro de su obra activamente, por lo que el discurso tiende a ser mucho más sentido, más íntimo y personal.

Al encarnar su papel, el poeta cuestiona al resto de los elementos que conforman el poema. De allí que se conozca a esta actitud como “apelativa”. No se debe dejar de lado que así como el poeta manifiesta su discurso a los seres y cosas del entorno recreado, estos últimos pueden responderle, lo que hace a esta actitud lírica una de las más interactivas.

El hecho de que el poeta asuma un papel principal dentro de los versos da pie a un sinfín de posibilidades creativas. No en vano, la popularidad de este recurso es sumamente amplia, y resulta fácil hallar autores que lo usen.

Ejemplos:

“Señor de las distancias” a Carlos Cedeño Gil

(Juan Ortiz)

Te tocó la virtud de los poetas.

Vestiste tu traje,

desnudaste la ciudad,

te sembraste en cada puerta,

en cada lugar donde la luz es un mito.

Fuiste alquimista del silencio,

señor de las distancias,

fundaste un reino de caprichos y bastardos.

«Sueñas mucho, poeta»,

te decían los alcatraces de mi pueblo.

Al final el talento redime,

la hoja hecha mujer,

la madera resonando,

eso de cruzar la vida con otra sombra,

con ojos profundos,

con el nombre verdadero oculto

y la lágrima por dentro.

 

“Garúa en la madera”

(Juan Ortiz)

Garúa en la madera,

nada hará que esa carne vuelva al árbol.

Déjala cielo de termitas,

aserrín de asombro,

bosque tallado por la mano del ebanista,

algo bueno del no florecer,

del no volver a probar la sangre

del corazón de la tierra.

Actitud lírica enunciativa

Básicamente, la actitud lírica enunciativa se caracteriza porque el poeta narra algo dentro de su creación poética. El autor detalla los hechos que le suceden al objeto lírico.

Si bien este relato se realiza desde una postura externa, sigue habiendo un vínculo notorio entre el poeta y sus versos. Quien desea escribir enunciativamente debe ser cuidadoso con cómo dibuja el escenario en el que acontece la acción. Al hacer esto de manera precisa, el vínculo con el tercero —el que escucha o lee— se hace más denso.

Otro factor importante a destacar al escribir enunciativamente es evocar emociones de tiempos pasados, sucesos nostálgicos, tristes o terribles. Si se aplican adecuadamente estos recursos, el lazo lector-poema se incrementa exponencialmente.

Ejemplos:

“Puertas adentro del alma”

(Juan Ortiz)

Él supo desmontar las puertas a tiempo,

las ventanas,

el techo,

las paredes,

dejar la casa desnuda.

Al despertar se hallaba sólo,

cubierto de concreto

y con las llaves cerradas puertas adentro en el alma.

“Desprendido”

(Juan Ortiz)

 

Cabalgó los espacios con las dunas en el hombro,

animales azules de otras lunas le seguían el nombre,

las distancias.

Las calles le eran ajenas,

las casas

los caminos,

los juzgados,

los metales fuera del alma de la tierra.

Él iba lejos a despojarse de sí mismo,

quería devorarse,

hacerse olvido,

estaba harto y lúcido,

se había hastiado de su piel de hombre.

Actitud lírica carmínica

La actitud lírica carmínica se caracteriza por ser la más íntima, la más viva. El poeta suele mostrar en los versos el fondo de sus emociones, vivencias, traumas, amores, carencias, sueños… Hay una introspección notable que toca de manera rotunda al lector que se enfrenta a la obra.

Si bien es una postura poética muy reveladora, no todo lo que se dice debe estar expresado de manera directa. El poeta puede valerse de recursos varios para crear una atmósfera de misterio; aunque, claro, todo va a depender del autor y sus propósitos.

Ejemplos:

“Su cuerpo distante”

(Juan Ortiz)

 

Camino para sudar el alma de pensamientos y memorias,

para calentar el espacio,

callado,

de su cuerpo distante.

—Asoma un poco tu vuelo

—digo—,

que la noche emigra a mis sienes

y la mar reclama al sereno su frío de mito y orilla,

la piedra enhuevada se repite

y pare una ola que descansa allá,

lejana,

en tu nombre.

“No más versos moribundos”

(Juan Ortiz)

 

Yo ya fui,

ya fui y me vine,

apurado por la noche,

porque no habría un mañana,

y se moriría el tiempo

y con él la luz prestada,

los acordes y las sombras,

y esa voz desesperada.

Yo ya fui,

ya fui y me vine,

no más versos moribundos,

no más tú y yo en la enramada.

Por Juan Ortiz

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