LA MUJER DE ABRIL
Emilia Lee
POEMA / VENEZUELA
Ser intemperie es apercibirse en la ausencia de techo,
aventurarse en la vida a cielo abierto
ante caudales de viento, lluvia, relámpagos, noches y amaneceres
en el más puro estado de intemperie recursiva.
Es una caída en espiral
con la renuncia voluntaria a las protecciones conocidas
disfrutar del vértigo de caer sin pensar cuál será el lugar del impacto, el destino final.
A veces tener una vaga idea, más simplemente caer desde la metáfora
por el solo gusto de caer.
Ser intemperie es exigirse el doble riesgo de mirar hacia dentro y hacia fuera,
ir de la conmoción al raciocinio, de la interrogación al desconcierto,
del desconcierto a la duda, hasta alcanzar la lucidez.
Es ser lo lúdico, lo riguroso y lo epifánico a la vez
parte de lo mismo, parte de la intemperie.
Ser intemperie es la metáfora que rasga el velo que recubre al ser,
en el sentido de comprender la esencia de las cosas.
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