«Canción» de Lope de Vega (Poema)

CANCIÓN

Lope de Vega

POEMA / ESPAÑA

¡Oh libertad preciosa,

No comparada al oro,

Ni al bien mayor de la espaciosa tierra!

Más rica y más gozosa

Que el precioso tesoro

Que el mar del sur entre su nácar cierra;

Con armas, sangre y guerra,

Con las vidas y famas,

Conquistada en el mundo;

Paz dulce, amor profundo,

Que el mal apartas y a tu bien nos llamas:

En ti sola se anida

Oro, tesoro, paz, bien, gloria y vida.

 

Cuando de las humanas

Tinieblas vi del cielo

La luz, principio de mis dulces días,

Aquellas tres hermanas

Que nuestro humano velo

Tejiendo, llevan por inciertas vías,

Las duras penas mías

Trocaron en la gloria

Que en libertad poseo,

Con siempre igual deseo,

Donde verá por mi dichosa historia,

Quien más leyere en ella,

Que es dulce libertad lo menos della.

 

Yo pues, señor exento

Desta montaña y prado,

Gozo la gloria y libertad que tengo.

Soberbio pensamiento

Jamás ha derribado

La vida humilde y pobre que sostengo.

Cuando a las manos vengo

Con el muchacho ciego,

Haciendo rostro embisto,

Venzo, triunfo y resisto

La flecha, el arco, la ponzoña, el fuego,

Y con libre albedrío

Lloro el ajeno mal y canto el mío.

 

Cuando el aurora baña

Con helado rocío

De aljófar celestial el monte y prado,

Salgo de mi cabaña,

Riberas deste río,

A dar el nuevo pasto a mi ganado,

Y cuando el sol dorado

Muestra sus fuerzas graves,

Al sueño el pecho inclino

Debajo un sauce o pino,

O ya gozando el aura,

Oyendo el son de las parleras aves,

Donde el perdido aliento se restaura.

 

Cuando la noche oscura

Con su estrellado manto

El claro día en su tiniebla encierra,

Y suena en la espesura

El tenebroso canto

De los nocturnos hijos de la tierra,

Al pie de aquesta sierra

Con rústicas palabras

Mi ganadillo cuento

Y el corazón contento

Del gobierno de ovejas y de cabras,

La temerosa cuenta

Del cuidadoso rey me representa.

 

Aquí la verde pera

Con la manzana hermosa,

De gualda y roja sangre matizada,

Y de color de rosa

La cermeña olorosa

Tengo, y la endrina de color morada;

Aquí de la enramada

Parra que al olmo enlaza,

Melosas uvas cojo;

Y en cantidad recojo,

Al tiempo que las ramas desenlaza

El caluroso estío,

Membrillos que coronan este río.

 

No me da descontento

El hábito costoso

Que de lascivo el pecho noble infama;

Es mi dulce sustento

Del campo generoso

Estas silvestres frutas que derrama;

Mi regalada cama

De blandas pieles y hojas,

Que algún rey la envidiara,

Y de ti, fuente clara,

Que bullendo, el arena y agua arrojas,

Estos cristales puros,

Sustentos pobres, pero bien seguros.

 

Estése el cortesano

Procurando a su gusto

La blanda cama y el mejor sustento;

Bese la ingrata mano

Del poderoso injusto,

Formando torres de esperanza al viento;

Viva y muera sediento

Por el honroso oficio,

Y goce yo del suelo,

Al aire, al sol y al hielo,

Ocupado en mi rústico ejercicio;

Que más vale pobreza

En paz, que en guerra mísera riqueza.

 

Ni temo al poderoso

Ni al rico lisonjeo,

Ni soy camaleón del que gobierna,

Ni me tiene envidioso

La ambición y deseo

De ajena gloria ni de fama eterna;

Carne sabrosa y tierna,

Vino aromatizado,

Pan blanco de aquel día,

En prado, en fuente fría,

Halla un pastor con hambre fatigado;

Que el grande y el pequeño

Somos iguales lo que dura el sueño.

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