LA DIVORCIADA FIEL
GUSTAVO DARMACE
POEMA / VENEZUELA
Cuatro paredes, un techo y un rincón:
testigos taciturnos de los años que se han ido
tras la milagrosa respuesta a sus súplicas:
lastimeros ecos que echaron raíces en su alma.
Penélope de hoy, en la ilusión sumergida.
Cree que el hombre que espera no la ha abandonado;
que sólo ha hecho larga su misión
y ha de llegar en cualquier momento.
Por eso, la vemos día a día;
ovillo tras ovillo entre las manos,
como si tejiera sueños o bordara su existencia;
como si en cada puntada y en cada lazo formado
en vez de un traje, tejiera el hombre a su medida.
Las arrugas de las manos
dan fe de los años transcurridos
desde la última vez que tocara su cuerpo;
¿Cuántos son? No lo sabe
su cuenta no mide horas, ni años, ni días;
sólo mide fidelidad y sinsabores.
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