Poemas Matemáticos
El caso es que un poeta escribe con ideas; un matemático también. El poeta con un razonamiento exigente se cuenta dentro de las palabras que escribe y las palabras le responden con el saludo de su aritmético ritmo
Por Ángel Marino Ramírez velásquez
Me dispuse a releer los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” del poeta Pablo Neruda y de inmediato pensé en el siguiente título: “Poemas matemáticos”. Es posible que la obra de Neftalí Reyes, haya producido en mí una maniobra cognitiva extraña y me haya trasladado a lo que pudiera ser la maravillosa conjunción de la lírica con la ciencia de las matemáticas.
Tal vez, he cometido el pecado de pensar en números y no en figuras literarias. Tal vez, esté haciendo una especulación. Tal vez, esos números hayan contribuido con la proyección del poema. Tal vez, la irracionalidad romántica quiera jugar conmigo. Esto no importa si logro descubrir en la pregunta: ¿qué es un poema matemático? La intención intrínseca de lo que planteo o si por el contrario todo ha sido un común ejercicio de la imaginación alada de este nuevo cuaderno.
En primer lugar, partiré diciendo que las matemáticas están en cada paso de nuestra existencia y de ello no pueden escapar las poesías y menos los estudiantes que nos enfrentamos a ellas. Mientras un corazón nos marque el ritmo de la vida, la ecuación nos seguirá llevando hacia la naturaleza de su origen. Es bueno recordar que “Las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza”, decía Galileo.
«Un poema matemático no es otra cosa que la vibración trigonométrica de un verso o una especie de teorema hábilmente trazado por un corazón literario».
Pongamos por caso a Rubén Darío, quien nos asomaba la importancia de los números con el título de su poema: “El soneto de trece versos”. Como bien sabemos, los sonetos se componen de 14 versos. En la otra acera podríamos colocar a un Newton poeta, que de haberlo sido lo más seguro es que hubiese creado versos tangentes inspirado sobre las curvas de las letras escritas. Todo esto me lleva a pensar que un poema matemático no es otra cosa que la vibración trigonométrica de un verso o una especie de teorema hábilmente trazado por un corazón literario.
El caso es que un poeta escribe con ideas; un matemático también. El poeta con un razonamiento exigente se cuenta dentro de las palabras que escribe y las palabras le responden con el saludo de su aritmético ritmo. Por ejemplo, Andrés Eloy Blanco se preguntaba: “¿Cuántas estrellas tiene el cielo?” Y él mismo se contestaba diciendo que eran 350.000.
Hoy día conocemos la fórmula logarítmica para calcular el número de estrellas visibles en el firmamento. Igualmente, el poeta César Vallejo nos dejaba en su obra: “Los nueve monstruos” un verso que me llamó la atención: “La naturaleza del dolor es el dolor dos veces”; yo veo este verso muy matemático y también muy literario. Luego, puedo concluir diciendo que un poema matemático existe en la imposibilidad de su ecuación y que a mi imaginación alada solo le queda recomendarte lo siguiente: a la palabra problema quítale tres consonantes y que te quede poema.
“Ah más allá de todo. Es la hora de partir”.
Final de 20 poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda.
Hasta el próximo cuaderno.
¡Estudiante echa pa’lante!
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