POEMAS A LA MUERTE
Emily Dickinson
POEMA / ESTADOS UNIDOS
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Hay algo más tranquilo aún que el sueño
en esta habitación de dentro.
Una ramita lleva sobre el pecho —
y no dirá su nombre.
Hay quien lo toca, y quien lo besa —
hay quien aprieta su mano impasible —
Posee una sencilla gravedad
que me resulta incomprensible.
No lloraría yo si fuera ellos —
¡Es de maleducados sollozar!
Podrían asustar a la serena hada,
hacer que vuelva a su bosque natal.
Mientras las gentes de corazón simple
hablan de «Prematuros muertos» —
nosotros — que apreciamos la perífrasis,
decimos que los Pájaros partieron.
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Aún no se lo he dicho a mi jardín —
no vaya a ser que convencerme pueda.
Tampoco tengo fuerza suficiente
para comunicárselo a la Abeja —
No lo diré en la calle, pues las tiendas
me mirarían, fijamente, a mí —
Que alguien tan poca cosa — e ignorante
tenga la valentía de morir.
No quiero que lo sepan las laderas —
por las que tanto paseé —
ni decirles a los amados bosques
el día en que me iré —
No lo susurraré en la mesa —
ni por descuido se me escapará
que hoy dentro del Enigma
alguien caminará —
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