EL SALVAJE
Manuel Alonso Pacheco
POEMA / PUERTO RICO
Debajo de una palmera,
en una tarde serena,
se mira sobre la arena
un salvaje reposar.
Junto a sí tiene las flechas
que mil blancos han herido,
y, como él mismo, han sufrido
de cruda guerra el azar.
Su rojo cuerpo desnudo
muestra toda su pujanza,
y en su pecho alguna lanza
atrevida penetro.
Fija la vista en los montes
canta de pesar exento,
sin recordar ni un momento
las riquezas que perdió.
Que venga aquí el europeo
codicioso,
y si acercarse le veo
morirá al punto a mis manos.
Que para sufrir tiranos
en su patria no nací.
Y la muerte
que le diera
prefiriera
con placer,
a la vida
regalada
y pasada
como él.
Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.
Cuando de noche o de día
yo despierto,
y siento en la selva umbría
de los tigres el aullido,
o de la sierpe el silbido,
mi gozo no tiene igual.
En los valles
y florestas
son mis fiestas
pelear,
con las fieras
más temidas
y sus vidas
acabar.
Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.
Me han quitado la llanura.
no me importa.
Para probar mi bravura
los montes bastan y sobran
si los indios no recobran
lo que el blanco les robó.
Yo no siento
desconsuelo.
En el suelo
duermo bien.
Y si velo,
mi querida
es mi vida,
mi sostén.
Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.
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