La libertad de los libros

¿Podemos hablar de la libertad de los libros? Si ser libre es poder creer en lo imposible, entonces sí. En mi opinión, el libro es el poder de la realización literaria y tiene una función pedagógica que conlleva un mensaje de renacimiento social. En consecuencia, a los libros hay que sacarlos de las bibliotecas físicas y virtuales poniéndolos a disposición de todos.

Qué pasaría si nos topamos con un aviso que diga: “Recibe libros recomendados según tu personalidad”. ¿Cuál sería nuestra reacción? ¿Nos interesaría? No en vano la Unesco ha recomendado que cada niño debería tener un libro de texto. Yo iría más allá; cada persona debería tener un libro bajo el brazo, y en su libre andar, intercambiarlos de acuerdo a sus gustos.    

El libro tiene esperanza

Hace unos días estuve navegando por internet y entre muchas páginas descubrí el blog de libreando, una página que cree en el poder del individuo lector, en la magia de los libros y en el descubrimiento de nuevos autores. Asimismo, me percaté de infinidades de editoriales y portales digitales que poseen catálogos tan inmensos que dejan a la Biblioteca de Alejandría como un simple niño de pecho. Todo esto me hace pensar: el libro tiene esperanza.

El libro y la libertad

La libertad de los libros es la percepción de la belleza materializada en un ojo que se desplaza de izquierda a derecha a través de una hoja. Bien lo decía Kant, aprendemos más de nosotros mismos en la medida que percibimos la esencia de una obra de arte. Es decir, si nos llega un libro debemos leerlo, lo contrario sería destinarlo a la cárcel del silencio.

Leer lo que nos gusta

El escritor argentino Jorge Luis Borges, en una de sus entrevistas, nos dejó la sabia lección de que hay que leer lo que nos gusta y echar a un lado la lectura que no nos produzca placer. Esto es una verdad del tamaño de una galaxia, un libro debe generar entusiasmo, aventura, aprendizaje, cuestionamiento, asombro, alegría, disgusto, diversión y creatividad.

Sin duda, que lo peor sería llevar una lectura por obligación o mandato, donde el desánimo llegará después de terminar el primer párrafo. Sea como sea, hay que aplicar el “Método Sherezade”, la de las Mil y una noches. En otras palabras, generar la curiosidad que me lleve a seguir cada parte del libro con el hambre de quien quiere desnudar todos sus mensajes sin matar al mensajero. ¿Ya viste por qué hablo de la libertad de los libros?

El libro y sus dos tiempos

Hay una generación que prefiere el libro en formato físico y otra que lo prefiere en formato digital. Yo le restaría importancia a esta diatriba pues lo importante es leer. Sin embargo, he conocido lectores “millenials” que se inclinan por el libro físico y lectores de generación X (nacidos entre 1960 y 1980) que se han adaptado al PDF y a la lectura en dispositivos móviles. En fin, los dos tiempos del libro no son revelaciones separadas sino el testimonio real de un instrumento cuyo eje ha sido vencer el lenguaje de los años.

Por: Glean Rimano Sucre

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