«A ras del sueño» de Mario Benedetti (Poema)

A RAS DEL SUEÑO

MARIO BENEDETTI

POEMA/ URUGUAY

Sólo una temporada provisoria,

Tatuaje de incontables tradiciones,

Oscuro mausoleo donde empieza

A existir el futuro, a hacerse piedra.

 

Nada aquí, nada allá. Son las palabras

Del mago lejanísimo y borroso.

 

Sin embargo, la infancia se empecina,

Comienza a levantar sus inventarios,

A echar sus amplias redes para luego.

Es una isla limpia y sobre todo

Fugaz, es un venero de primicias

Que se van lentamente resecando.

 

Queda atrás como un rápido paisaje

Del que persistirán sólo unas nubes,

Un biombo, dos juguetes, tres racimos,

O apenas un olor, una ceniza.

Con luces queda atrás, a la intemperie,

Yacente y aplazada para nunca,

Sola con su aptitud irresistible

Y un pudor incorpóreo, agazapado.

Para nunca aplazada, fabulosa

Infancia entre sus redes extinguida.

 

Por algo queda atrás. Esa entrañable

Cede paso al fervor, al pasmo, al fruto,

El azar hinca el diente en otra bruma,

Somos los moribundos que nacemos

A la carne, a la sangre, al entusiasmo,

Nos burlamos del sol, de la penumbra,

Manejamos la gloria como un lápiz

Y en las vírgenes tapias dibujamos

El amor y su viejo colmo, el odio,

El grito que nos pone la vergüenza

En las manos mucho antes que en la boca.

 

El celaje se enciende. Somos niebla

Bajo el cielo compacto, insolidario,

El asombro hace cuentas y no puede

Mantenernos serenos, apacibles,

Somos el invasor protagonista

Que hace trizas el tiempo, que hace ruido

Pueril, que hace palabras, que hace pactos,

Somos tan poderosos, tan eternos,

Que cerramos el puño y el verano

Comienza a sollozar entre los árboles.

 

Mejor dicho: creemos que solloza.

El verano es un.vaho, por lo tanto

No tiene ojos ni párpados ni lágrimas,

En sus tardes de atmósfera más tenue

Es calor, es calor, y en las mañanas

De aire pesado, corporal, viscoso,

Es calor, es calor. Con eso basta.

 

De todos modos cambia a las muchachas,

Las ilumina, las ondula, y luego

Las respira y suspira como acordes,

Las envuelve en amor, las hace carne,

Les pinta brazos con venitas tenues

En colores y luz complementarios,

Les abre escotes para que alguien vierta

Cualquier mirada, ese poderhabiente.

 

La vida, qué región esplendorosa.

¿Quién escruta la muerte, quién la tienta?

A la horca con él. ¿Quién piensa en esa

Imposible quietud cuando es la hora

Para cada uno de morder su fruta,

De usar su espejo, de gritar su grito,

De escupir a los cielos, de ir subiendo

De dos en dos todas las escaleras?

 

La muerte no se apura, sin embargo,

Ni se aplaca. Tampoco se impacienta.

Hay tantas muertes como negaciones.

La muerte que desgarra, la que expulsa,

La que embruja, la que arde, la que agota,

La que enluta el amor, la que excrementa,

La que siega, la que usa, la que ablanda,

La muerte de arenal, la de pantano,

La de abismo, la de agua, la de almohada.

 

Hay tantas muertes como teologías,

Pero todas se juntan en la espera.

Esa que acecha es una muerte sola.

Escarnecida, rencorosa, hueca,

Su insomnio enloquecido se desploma

Sobre todos los sueños, su delirio

Se parece bastante a la cordura.

Muerte esbelta y rompiente, qué increíble

Sirena para el Mar de los Suicidas.

 

No canta, pero indica, marca, alude,

Exhibe sus voraces argumentos,

Sus afiches turísticos, explica

Por qué es tan milagrosa su inminencia,

Por qué es tan atractivo su desastre,

Por qué tan confortable su vacío.

 

No canta, pero es como si cantara.

Su demagogia negra usa palomas,

Telegramas y rezos y suspiros,

Sonatas para piano, arpas de herrumbre,

Vitrinas del amor momificado,

Relojes de lujuria que amontonan

Segundos y segundos y otras prórrogas.

 

No canta, pero es como si cantara,

Su espanto vendaval silba en la espiga,

Su pregunta repica en el silencio,

Su loco desparpajo exuda un réquiem

Que es prado y es follaje y es almena.

 

Hay que volverse sordo y mudo y ciego,

Sordo de amor, de amor enmudecido,

Ciego de amor. Olfato, gusto y tacto

Quedan para alejar la muerte y para

Hundirse en la mujer, en esa ola

Que es tiempo y lengua y brazos y latido,

Esa mujer descanso, mujer césped,

Que es llanto y rostro y siembra y apetito,

Esa mujer cosecha, mujer signo,

Que es paz y aliento y cábala y jadeo.

 

Hay que amar con horror para salvarse,

Amanecer cuando los mansos dientes

Muerden, para salvarse, o por lo menos

Para creerse a salvo, que es bastante.

Hay que amar sentenciado y sin urgencia,

Para salvarse, para guarecerse

De esa muerte que llueve hielo o fuego.

 

Es el cielo común, el alba escándalo,

El goce atroz, el milagroso caos,

La piel abismo, la granada abierta,

La única unidad uniyugada,

La derrota de todas las cautelas.

 

Hay que amar con valor, para salvarse.

Sin luna, sin nostalgia, sin pretextos,

Hay que despilfarrar en una noche

—Que puede ser mil y una— el universo,

Sin augurios, sin planes, sin temblores,

Sin convenios, sin votos, con olvido,

Desnudos cuerpo y alma, disponibles

Para ser otro y otra a ras de sueño.

 

Bendita noche cóncava, delicia

De encontrar un abrazo a la deriva

Y entrar en ese enigma, sin astucia,

Y volver por el aire al aire libre,

Hay que amar con amor, para salvarse.

 

Entonces vienen las contradicciones

O sea la razón. El mundo existe

Con manchas, sin arar, y no hay conjuro

Ni fe que lo desmienta o modifique.

 

El manantial se seca, el árbol cae,

La sangre fluye, el odio se hace muro,

¿Es mi hermano el verdugo? Ese asesino

Y dios padrastro todopoderoso,

Ese señor del vómito, ese artífice

De la hecatombe, ¿puede ser mi hermano?

Surtidor de napalm, profeta imbécil,

¿Ése, mi prójimo?, ¿ése, el semejante?

Sindico en todo caso de la muerte,

Argumento y proclama de la ruina,

Poder y brazo ejecutor. Estiércol.

 

Por esta vez no he de mirar mis pasos

Sino el contorno triste, calcinado.

Miro a mi sombra que está envejeciendo,

La sombra de los míos que envejecen.

 

El mundo existe. Con o sin sus manes,

Con o sin su señal. Existe. Punto.

 

El mundo existe con mis ex iguales,

Con mis amigos-enemigos, esos

Que ya olvidé por qué se traicionaron.

 

Tiendo mi mano a veces y está sola

Y está más sola cuando no la tiendo,

Pienso en los compradores emboscados

Y tengo duelo y tengo rabia y tengo

Un reproche que empieza en mis lealtades,

En mis confianzas sin mayor motivo,

En mi invención del prójimo-mi-aliado.

Ni aún ahora me resigno a creerlo.

 

No todos son así, no todos ceden.

Tendré que repetírmelo a escondidas

Y barajar de nuevo el almanaque.

 

Mi corazón acobardado sigue

Inventando valor, abriendo créditos,

Tirando cabos sólo a la siniestra,

Aprendiendo a aprender, pobre aleluya,

Y quién sabe, quién sabe si entre tanta

Mentira incandescente, no queda algo

De verdad a la sombra. Y no es metáfora.

 

Nada aquí, nada allá. Son las palabras

Del mago lejanísimo y borroso.

 

Pero, ¿por qué creerle a pie juntillas?

¿En qué galaxia está el certificado?

 

Algo aquí, nada allá. ¿Es tan distinto?

Lo propongo debajo de mis párpados

Y en mi boca cerrada.

¿Es tan distinto?

Ya sé, hay razones nítidas, famosas,

Hay cien teorías sobre la derrota,

Hay argumentos para suicidarse,

 

Pero, ¿y si hay un resquicio?

¿Es tan distinto,

Tan necio, tan ridículo, tan torpe,

Tener un espacioso sueño propio

Donde el hombre se muera pero actúe

Como inmortal?

 

En el alma se forman

Abscesos de rencores

Tumores de impaciencia

Hernias de desamparo

 

El problema es que no hay

Cirujanos de alma

Ni siquiera herbolarios

 

El alma es un secreto / una noción

Una nube que suele anunciar llanto

Pero después de tantas búsquedas

De pesquisas inútiles

Y de adivinaciones

Nos queda apenas una certidumbre /

Que el alma no es el cuerpo

Pero muere con él.

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