«Penitencia de San Ignacio» de Pedro Calderón de la Barca (Poema)

PENITENCIA DE SAN IGNACIO

Pedro Calderón de la Barca

POEMA / ESPAÑA

Con el cabello erizado,

pálido el color del rostro,

bañado en un sudor frío,

vueltos al cielo los ojos,

más muerto que vivo, haciendo

de gemidos y sollozos

los suspiros una esfera,

las lágrimas dos arroyos,

a Ignacio su mismo cuerpo,

helado, sangriento y roto,

desta manera le dice

con voz baja y pecho ronco:

-No te espantes si te trato,

como ajeno de ti propio,

que es bien que como otro hable,

pues ya contigo soy otro,

no es mucho ignore quién eres,

si el mismo que soy ignoro;

que tal tu rigor me ha puesto,

que aún a mi no me conozco.

Siete días ha que muero,

pues vivo sin saber cómo,

y a mi torpe natural

forzosas leyes le rompo.

Negando lo que te pido,

siete días ha que sólo

agua de lágrimas bebo

y pan de dolores como.

Duros abrojos tres veces

castigan mis perezosos

miembros: tan estéril tierra

¿qué ha de tener sino abrojos?

Gastadas tengo las piedras

donde las rodillas pongo,

y porque cabales vivan

cubro de sangre los hoyos.

Vivo cadáver me dejas,

y en tu espíritu dichoso

vas a gozar dulces gustos,

a gustar süaves gozos.

Todo en amor te transformas,

porque vivas en Dios todo,

con una gloria amorosa,

y con un amor glorioso.

Al alma sólo regalas:

quejas justamente formo,

pues a tus gustos mis penas

son manjar dulce y sabroso.

Dueño soy de los sentidos:

¿qué importa si no los gozo?

Pues sin alma ¿qué me sirven

boca, manos, oídos ni ojos?

Yo sus contentos no gusto,

yo sus gustos no los toco,

sus regalos no los veo,

sus dulzuras no las oigo.

Mira no se ofenda Dios,

que cargues sobre mis hombros

murallas de penitencia,

siendo el cimiento tan poco.

Una llama soy que vivo

obediente a un fácil soplo,

humilde barro, y al fin

fuego y humo, tierra y polvo.

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