«El planeta de los tildados» de Ángel Marino Ramírez (Cuento)

EL PLANETA DE LOS TILDADOS

ÁNGEL MARINO RAMÍREZ V.

CUENTO/VENEZUELA

Ilustración: Zobeida Quintero

En alguna parte del espacio sideral, gravita el planeta de los tildados, sus habitantes son individuos muy raros llamados vocales y consonantes. Sus núcleos poblados están conformados por casas construidas bajo el nombre de palabras. Las casas palabras tienen a su vez miembros  vocales y consonantes, cuando las casas palabras se juntan en una sola barriada, entonces no se les llama urbanizaciones, como aquí en la tierra, sino que se les denomina oraciones.  Muchas oraciones son creadas todos los días, el planeta es muy poblado, de allí que decidieron constituir unas especies de municipios oracionales, a los cuales les llaman párrafos. Llegó un momento en que surgieron tantos municipios párrafos que decidieron hacer grandes ciudades bautizándolas como textos, es decir, el planeta tiene muchas ciudades textuales.

La vida en este singular planeta transcurría amablemente, las letras, sus palabras, sus oraciones y sus párrafos iban de ojo en ojo, de lengua en lengua viajando por la imaginación de aquellos que lograban entender sus textos, fue entonces que se produjo el gran rompimiento mundial del planeta. Para poder entender sus mensajes, las palabras terminaban en vocales y consonantes, como era natural, pero al ser las consonantes mayoría, reclamaban para ellas un trato preferencial, especialmente en lo que se refería a la fuerza tonal de las sílabas. Ah, las sílabas,  así se llama a los matrimonios de las letras.

 Las vocales se sintieron acorraladas, ellas alegaban no ser culpables de tantas acusaciones, sólo habían dedicado sus vidas a sobrellevar a  las palabras, a  unir a las consonantes, creían justa su petición, no todo en la vida debía llevar una vestimenta aguda. Ahora no tenían otra solución que marcharse al hemisferio norte del planeta, allí refundarían su idioma. Atrás quedaban las consonantes, con sus sonidos mudos, necesitando de ellas, pero no había marcha atrás, definitivamente la fuerza tonal de las palabras debía estar en  la penúltima sílaba, las que no aceptaran tal disposición, podrían vivir en el hemisferio norte pero serían tildadas con un palito oblicuo, esta sería la posición definitiva.

Mientras tanto, las consonantes  se dispusieron a arreglar su hemisferio sur, rechazaban por completo la actitud de las vocales y la consideraban como algo grave para el futuro del planeta.  Hicieron una reunión con todos los miembros, pues había rumores que dos consonantes querían traicionar la causa… ¿cuál causa? 

La verdadera causa de tantas disputas, era que La fuerza tonal de las palabras debería ser en la última sílaba. Consideraban las consonantes, que ellas vivían en una democracia y por mayoría se toman las decisiones en las democracias, así lo aprendieron en la escuela. Dado esto, su posición se basaba en la mayoría. Veámoslo bien, al parecer tenían razón, sin duda, las consonantes del idioma son 22 en total, mientras que las vocales apenas son 5.  Emulando la resolución de las vocales, las consonantes promulgaron la propia: Aquellas palabras que no lo aceptaren, podían vivir en el hemisferio sur pero serían tildadas con un palito oblicuo, esta sería la posición definitiva.

Pero no todo respiraba paz, el asunto en el hemisferio agudo se tornaba cruento, los problemas de divisiones se acentuaban cada día. La “N” y la “S” encabezaban una huelga para que se abriera una mesa de diálogo con las vocales, sostenían que la desunión acabaría por poner al planeta en una total incomunicación, ya que sin las vocales no se podrían comunicar.

La “N” y la “S”, estaban dispuestas a aceptar que la fuerza tonal de las palabras fuera nada más en la penúltima sílaba, tal cual como lo exigía la posición grave de las vocales. El consejo legislativo del hemisferio sur, se reunió para estudiar la solicitud de la “N” y la “S”, acordando que no se podían aceptar sus demandas y las desterraron tildándolas de traidoras a la causa. Orden que fue ejecutada de inmediato por las fuerzas de orden del hemisferio agudo, hemisferio de las consonantes.

En el hemisferio norte y grave, llegaron las noticias de la situación de la “N” y la “S”. Prontamente se convocó a una reunión del gobierno,  en el cual se acordó invitar a las desterradas consonantes a vivir en el mundo de las vocales, aceptando que la fuerza tonal de las palabras sería en la penúltima sílaba. Ellas aceptaron gustosas y desde ese momento fueron siete las letras que aupaban la posición grave del hemisferio norte.

La constitución nacional del planeta quedó establecida más o menos en los siguientes acuerdos: Las palabras que terminen en vocales o en “N” y “S”, deben llevar la fuerza tonal en la penúltima sílaba y se les llamará graves, de lo contrario se les tildará de intrusas con un palito oblicuo. Por otro lado, cuando las palabras terminen en consonantes deben llevar la fuerza vocal en la última sílaba, llamándolas agudas, de lo contrario se les tildará de intrusas con un palito oblicuo.

Ahora bien, existían un grupo de palabras que no querían aceptar tales posiciones, su carácter las obligaba a buscar la unión y la concordia. Realmente,  no querían apoyar ni a uno ni a otro, clandestinamente se reunieron decidiendo que la fuerza tonal de las palabras no podía estar ni en la última, ni en la penúltima sílaba. Se inventaron un nombre enigmático para distinguirse, el cual fue: “Esdrújulas o sobre esdrújulas” con este nombre se bautizaron.

Los principales diarios del planeta, se enteraron de inmediato e hicieron circular la información de este “Supuesto movimiento esdrujulario”, rápidamente las letras decidieron hacer un alto en su disputas sentándose en una mesa de conversaciones.  Allí acordaron tildar con un palito oblicuo a toda palabra que no quisiera llevar la fuerza tonal ni en la última ni en la penúltima silaba, viviera donde viviera.

Desde entonces, la disputa ha continuado, muchos siglos han pasado y el planeta sigue rigiéndose por tales leyes. Claro, las palabras pueden ir de un lado a otro libremente, pero de no aceptar las condiciones de cada hemisferio entonces sus habitantes proceden a tildarlas con un palito oblicuo, así nació el planeta de los tildados.

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