«¿Qué es la entelequia?» de Ángel Marino Ramírez (Ensayo breve)

¿QUÉ ES LA ENTELEQUIA?

ÁNGEL RAMÍREZ

Ensayista /Venezuela

Entelequia pareciera una palabra emparentada con el vocablo inteligencia o de pronto nos sugiere ser un término del más recóndito argot técnico. En todo caso, despierta curiosidad su apariencia morfológica, su vestido sonoro, su forma tetrasílaba y su vida que sobrepasa los dos mil años. Etimológicamente la raíz griega del término es entelécheia (ἐντελέχεια), que después de pasar por el latín llegó a nuestro idioma como entelequia. El filósofo griego Aristóteles, creador del término, no pensó en un concepto abstracto, al contrario se dio cuenta que todas las sustancias tienen un fin que deben privilegiar como ideal de su existencia. Por ejemplo, la entelequia de una semilla de araguaney sería convertirse en un frondoso árbol de araguaney, para eso ha nacido. Sin embargo, el diccionario de la Real Academia Española la registra como un nombre femenino que significa cosa irreal. Puede pensarse que las dos visiones se contradicen, pero desarrollando este ensayo me he dado cuenta que alguna conexión hay.  

 

En principio, la entelequia del hombre puede encumbrarse con el nombre de la vocación más bella del universo y disponer su afán en busca de esa supuesta perfección futura. Dentro de sí, piensa y vive con esa quimérica meta midiendo cada paso y acariciando la hipotética llegada. Al mismo tiempo, puede encontrar que su propósito es un delirio vano que se parece más a los postulados de la Utopía de Tomás Moro. En consecuencia, la persona, al perseguir su ideal,  estaría alcanzando los esquemas de la entelequia legada por Aristóteles y el antipático concepto de la Real Academia Española. Ya vemos la relación entre las dos visiones.

 

Ahora bien, ¿cuántas veces hacemos o buscamos cosas que no son parte de nuestra esencia o nos lamentamos por la divergencia de nuestras decisiones? A veces hemos esquivado el verdadero amor por prejuicios que la sociedad impone y en un infinito fatalismo sentimental nunca encontramos a la pareja perfecta. En este caso, lo ideal custodia el sueño del individuo. En otro sentido, la entelequia puede ser un truhan que invade la conciencia de los individuos con aquello de que: “no debí cometer tantos errores; si hubiera hecho esto o aquello otra cosa fuera mi vida”. Otra vez, la entelequia es irreal pues no podemos cambiar el pasado. Sobre esta premisa, está inspirada la famosa película de Eric Bress: “El efecto mariposa”, cuyo protagonista tiene la facultad de viajar en el tiempo y cambiar las decisiones tomadas en el pasado.

 

Se ha visto que estas visiones extremas de la palabra entelequia, se juntaron y se separaron; una se parece al paraíso y la otra al purgatorio; una es glosa inagotable y la otra es la acción de la rutina; una está en el dominio de lo onírico y la otra vive en el impulso de la vigilia; luego, las dos conviven de alguna manera.

 

En fin, la entelequia no es mala, digamos que es la fuerza que nos impulsa o el juez que nos sentencia sobre la base del desarrollo de nuestras decisiones, por tanto, su acepción positiva o negativa está obligada a tener algún vínculo de consanguinidad con este solemne vocablo: inteligencia.

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