«Su voz» de Oscar Wilde (Poema)

SU VOZ

OSCAR WILDE

POEMA/ IRLANDA

La abeja salvaje vaga de rama en rama,

Con su hirsuto abrigo y ligeras alas,

Ahora sobre el pétalo del lirio,

Ahora balanceándose en un jacinto,

En torno a él:

Estaba cerca el amor; y fue aquí, supongo,

Donde hice mi voto.

 

Juré que dos vidas deberían ser una,

Mientras las gaviotas busquen el mar,

Mientras los girasoles busquen el sol.

Será, dije, nuestra eternidad,

Tuya y mía.

Querida amiga, aquellos tiempos se han ido,

La telaraña del Amor se ha cerrado.

 

Mira hacia arriba, donde los álamos

Danzan y danzan en el aire del verano,

Aquí en el valle, la brisa nunca

Agita los frutos, pero allí

Los grandes vientos soplan,

Y desde el susurro místico del mar

Arriban las olas que acarician la costa.

 

Mira hacia arriba, donde gritan las blancas gaviotas,

¿Qué ven qué nosotros no vemos?

¿Acaso una estrella? ¿O quizás la lámpara que ruge

En algún lejano y perdido buque?

¡Ah, puede ser!

¡Hemos vivido en una tierra de sueños!

Y qué triste parece.

 

Mi vida, no queda nada por decir,

Salvo esto: el amor nunca se pierde,

El filo del invierno apuñala el pecho de mayo,

Y sus rosas carmesí brotan quebrando el hielo.

Los navíos de la tempestad

En alguna bahía encontrarán su puerto,

Así como nosotros deberíamos hacerlo.

 

Y no queda nada por hacer

Salvo besarnos una vez más, y partir.

No, no hay nada que debamos lamentar,

Yo tengo mi belleza, y tú el arte.

No, no empieces,

Un mundo no es suficiente

Para dos como tú y yo.

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