«Caridad» de Salomé Ureña (Poema)

CARIDAD

SALOMÉ UREÑA

POEMA/REPÚBLICA DOMINICANA

Pasó la tempestad… ¡Emprende el vuelo

como el ave del área,

espíritu de amor y de consuelo!

Que ya el iris de paz su franja enarca,

se alegra el firmamento

y se adormece el mar y calla el viento.

 

De nuevo olivo la celeste rama

en horrorosa angustia

desventurada multitud reclama:

los seres ¡ay! que con el alma mustia

contemplan entre asombros

deshechos sus hogares en escombros.

 

Llega trayendo con amante giro

en voz conmovedora,

en la rítmica nota del suspiro,

un eco de esperanza bienhechora.

de caridad sublime

que la fe aliente y el valor reanime.

 

Recorre de Quisqueya las hermosas

comarcas florecientes:

escenas de amargura, lastimosas,

los ojos miran al girar dolientes,

¡y yermas, desoladas,

las campiñas del sur infortunadas!…

 

Sopló sobre ellas en momento aciago,

con ímpetu sin nombre,

la pavura sembrando y el estrago,

conturbando el espíritu del hombre,

indómito, furente,

el huracán del trópico rugiente…

 

¿No ves sobre la playa los despojos

del contrastado leño

que atestiguan del ponto los enojos?

Allá los restos del hogar sin dueño

despedazados mira

publicando el furor del viento en ira.

 

Y los campos también ayer cubiertos

de mieses productoras

desnudos ¡ay! aparecer desierto:

¡se encresparon las aguas, bramadoras,

y el desbordado río

sorbió feroz el bienhechor plantío!…

 

Todo ceder al general trastorno

en rápidos instantes

de esa bella región miróse en torno,

y haciendas pingües y riquezas de antes,

y generosas vidas,

del estrago en la ruina confundidas.

 

Llega buscando el óbolo bendito,

la cariñosa ofrenda

que atesora de bien precio infinito;

y así llevando la valiosa prenda,

volemos en ayuda

del desvalido, el huérfano, la viuda.

 

Escucha la plegaria que levantan;

en numeroso coro

ya las manos se extienden, se adelantan

a enjugar de sus párpados el lloro

a preparar abrigo

al que sin techo se encontró mendigo.

 

Y a más allá de do la vista alcanza,

del viento y de la nube,

¡oh, santa caridad! En tu alabanza

eco de gratitud al cielo sube,

y ufanos te bendicen

seres que al mundo tu excelencia dicen.

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