«La calma después de la tormenta» de Giacomo Leopardi (Poema)

LA CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTA

Giacomo Leopardi

POEMA / ITALIA

Pasó ya la tormenta;

los pájaros gorjean; la gallina

ha tornado al camino

y vuelve a cacarear. Sereno el cielo

surge a Poniente, sobre la montaña;

despéjanse los campos

y aparece en el valle el claro río.

Todo pecho se alegra; en todas partes

renacen los rumores;

el trabajo prosigue.

A contemplar el cielo, el artesano,

obra en mano, cantando,

asómase a la puerta;

sale la joven a coger el agua

de la reciente lluvia;

repite el verdulero

de camino en camino

el cotidiano grito.

He ahí el sol que retorna y que sonríe

por pueblos y colinas. Los balcones

y las terrazas abre la familia;

en el sendero escúchase a lo lejos

tintinear de esquilas; cruje el carro

del viajero que sigue su camino.

 

Todo pecho se alegra.

¿Cuándo tan dulce y grata

es como ahora la vida?

Con tanto amor, el hombre,

¿cuándo se da a su estudio,

torna al trabajo, o nueva cosa emprende?

¿Cuándo se acuerda menos de sus males?

Placer, de afanes hijo;

vano goce, que es fruto

del pasado temor, donde temblaba

de espanto ante la muerte

el que odiaba la vida;

donde, en largo tormento,

fría, callada y pálida,

palpitaba la gente, contemplando

desplomarse sobre ella

viento, rayos y nubes.

 

Naturaleza afable,

las dádivas son éstas,

son éstos los deleites

que ofreces al mortal. Salir de penas

goce es para nosotros.

Penas derramas largamente; el duelo

espontáneo surge, y los placeres

que por milagro algunas veces nacen

de los afanes, son gran suerte. ¡Humana

prole cara a los dioses! Feliz casi

si descansar te dejan

de algún dolor; dichosa

si la muerte te cura de ellos todos.

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